domingo, junio 03, 2007

Riding Alone for Thousand of Miles...


La nueva producción Riding Alone for Thousand of Miles del director Zhang Yimou contiene esa mágina que transforma lo aparentemente "simple" en lo extraordinario. Es el viaje de un hombre a través de sí mismo, es un poema a la belleza humana que hemos olvidado, algo así como lo que Adam Zagajewski plasmó en su obra maestra: EN LA BELLEZA AJENA.

Se trata de un film dónde la frase sartreana "el infierno son los otros", esa profecía de A puerta cerrada, no tiene cabida, aquí el animal humano, el "homo homini lupus" es un ángel caído que, como en el "Heiliger Dankgesang eines Genesenden an die Gottheit, in der Lydischen Tonart" del cuarteto op. 132 de Beethoven, renace de entre las más profundas tinieblas trayendo consigo la luz eterna.

Yimou conserva su estética donde lo contemporáneo coexiste con la tradición en el más perfecto equilibrio, esta vez incluyendo un especial homenaje a la "ópera popular china" citando la obra "Riding Alone for Thousand of Miles" (de la que al parecer toma el título para el film), de este género toma la metáfora de la máscara, del padre y el hijo, del ser humano buscándose a sí mismo en la inmesidad de la naturaleza, una naturaleza sabia que le recibe en su seno para devolverle la esencia de la vida, y en cuyo regazo al fin puede descansar después del largo-corto viaje que es la existencia.

A esto se suma una lección socio-cultural, porque Yimou aprovecha el lenguaje para señalar a los occidentales, muy habituados a llamar "oriental" todo lo que les quepa en el estereotipo del "hombre amarillo", que China, Japón, Corea, Mongolia, y en ellos todos los pueblos y tribus humanos son únicos y particulares en su cultura y en su hibridación, pero con esta indicación expone también una idea de comunidad donde el personaje principal somos todos nosotros. En definitiva, una obra maestra digna de ser vista una y otra vez.


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