El concepto comienza donde termina el Olimpo, afirma E. M. Cioran, a este respecto, los entusiasmos de la interpretación musical caen como moscas. Es muy interesante encontrar por ello fenómenos como el de Nigel Kennedy y su proyecto como Director Artístico (2002) de la Orquesta de Cámara Polaca.
Si bien es cierto mucho de esto tiene que ver con el marketing y la imagen corporativa, en relación con la crisis general del mercado de la música mal denominada "Clásica", también tiene que ver con los aspectos positivos de dicha crisis, los cuales han llevado a una revaloración de los objetivos estéticos y éticos, por no decir filosóficos e ideológicos del gremio.
El ejemplo más común es la arriesgada propuesta de Nigel, en la década de los años 80, con "Las Cuatro Estaciones" de Antonio Vivaldi. Dicha producción, luego de su éxito de ventas, ha hecho necesario que hasta la crítica más encarnizada ceda terreno a la consideración de nuevas posibilidades interpretativas, llevadas de la mano no de un "payaso", sino de uno de los violinistas más brillantes de su generación, y no solo por "una orquesta", sino por un grupo de especialistas creativos y entusiastas como el equipo que lo acompañó en ese momento.
Personalmente encuentro gratificante la visión que Nigel aplica a su versión de obras del repertorio, especialmente sus sonadas andanzas barrocas, que son una fusión de erudita conciencia del estilo, revalorización del ejercicio de la improvisación y el instante, además de un reconocimiento del germen y esencia popular que yace en los elementos rítmicos, armónicos y melódicos de dicho repertorio. Aunando todo lo anterior, Nigel Kennedy suma un énfasis grotesco y manierista con claras connotaciones de anarquismo punk, estilo que podría denominar como una especie de "barroco outsider", siendo su trabajo de "reconstrucción" tan fascinante como el de Tom Koopman(1), otro de mis favoritos.
Es evidente que gran parte del éxito comercial de Nigel se ha debido a su imagen personal y sus manías, pero muchos se equivocan al señalarle como "payaso", en sentido recriminatorio, pues si es Payaso lo es con mayúscula, al estilo de Chaplin o Einstein con su violín. Lo que es ya mucho decir.
Nigel, Chaplin y Einstein, cada uno con su violín
Pero, ¿qué sucede con la Orquesta de Cámara Polaca? Da gusto ver la versatilidad de sus integrantes, la calidad con la que se desenvuelven y dejan evidente la riqueza de los contrates, sirviendo como excelentes compañeros, como cómplices y víctimas, pues sin su depurado estilo y capacidad creativa el efecto general de la puesta en escena o la interpretación no podría ser tan efectiva. Ellos, en su calidad de "orquesta" son aún más Payasos y Transgresores en contraste con Nigel, es todavía más difícil ser ellos.
The Polish Chamber Orchestra
La visión de este Equipo es realmente refrescante, pero en todo éxito hay siempre el peligro de convertirse en esclavo de una fórmula, por lo que Nigel, a diferencia de la orquesta, se ha visto estigmatizado con el "barroco" de su visión, a pesar de sus aventuras comerciales dentro de otros géneros, convirtiéndose en un Pigmalión, y en un efecto Pigmalión a su tiempo.